Un caballero militar de los que
guarnecían el vecino castillo de Loarre salió a cazar por los montes y sierras
colindantes al castillo en que moraba con un halcón.Lo soltó contra una perdiz
distante y ésta huyendo de su cruel enemigo, se arrojó dentro de una profunda
hondura. Tras ella y en su captura, el halcón prosiguió su
vuelo.
El halcón tardaba tanto en volver a
las manos de su dueño, que éste, temeroso de perderlo comenzó a hacer las
diligencias para recobrarlo. Quiso bajar a aquella hondura, más siendo por
entonces imposible (sin las gradas de piedra que hoy tiene), dispuso que bajase
un criado atado a una larga soga.Llegó hasta allí y quedó asombrado de lo que
estaba presenciando; un maravilloso retablo compuesto de una pomposa zarza, en
cuyo lado derecho estaba la imagen de Nuestra Señora y en el siniestro la perdiz
viva como bajo el sagrado de aquella Reina Soberana.Junto a ellas estaba el
halcón que, libre de su crueldad, y como olvidado de su sangriento instinto,
parecía estar suspenso y admirado de ver tan hermoso espectáculo en tan
oculto sitio.Más lo admiró el devoto cristiano, viendo allí unidas la sombra y
la luz, es decir a María Santísima y la zarza, para desempeñar en término de
Aniés la gran misión de Moisés en el monte Oreb.
Volvió el caballero más feliz a su
casa, como noticioso de aquel tesoro, y comunicó a los cristianos tan feliz
noticia. Fueron en procesión al sitio, y sacando de él la imagen la trasladaron
a la antiquísima iglesia de San Pedro Apóstol, que por entonces había en la raíz
de dicho peñasco. Hoy sólo hay vestigios de ella y de algunas fábricas vecinas,
que en Aniés entienden haber sido de templarios.
Aniés encomienda de caballeros de San
Juan que sucedieron a los del Temple en muchos bienes y lugares, afirma la misma
tradición: desde el templo de San Pedro se restituyó la imagen, una o más veces,
al cóncavo de aquel peñasco donde fue hallada por el criado y
caballero.
Por lo cual, venerando los de Aniés la
expresada voluntad de Nuestra Señora, le erigieron devotos en aquel cóncavo la
iglesia en que hoy se venera. Por estas últimas circunstancias debe llamarse
aparecida dicha santa imagen, por más que las primeras sólo insinuasen hallazgo
milagroso. Se conserva en dicha iglesia una memoria escrita, aunque con letra no
muy antigua (pero sin duda trasladada de otra. u otras muy antiguas) en que se
dice: "Esta aparición sucedió en los años de 903...
Esta es una de las múltiples leyendas
que se atribuyen a la Virgen. Los devotos a esta Virgen le atribuyen diversos
milagros entre los que cabe citar el caso de una gitanilla, que cayó desde una
altura de unos cien metros y no sufrió ningún daño. Su madre, agradecida por
ello, regaló al templo un medallón de oro; citar también el caso de una baronesa
de Ayerbe, que gracias a la Virgen tuvo descendencia; otro ejemplo de su fama
milagrosa puede ser que cuando se desplomó la ermita en el siglo pasado, ninguna
de las 52 personas que quedaron bajo sus ruinas salieron
lesionadas.
Como podéis comprobar la lista de
leyendas que se le atribuyen son interminables. |
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