Venerada
en el Monasterio de Iranzu. En el siglo XIII, gracias a
las donaciones de reyes, obispos y nobles, el monasterio de Iranzu llegó a
disponer de numerosas propiedades y posesiones por casi todo el reino de
Navarra. En la segunda mitad del siglo XV Iranzu sufrió las consecuencias
de las guerras civiles, instalándose la penuria y la pobreza en el monasterio.
Los problemas continuaron con la decisión de los monarcas a ser ellos quienes
impusieran a los abades.
EL MONASTERIO DE
IRANZU
Al norte de la localidad Navarra de Estella
una estrecha carretera parte de la NA-120, tras un verde valle aparece el
Monasterio de Iranzu, edificio del siglo II. Elegante y austero, su claustro
gótico es un valioso documento que habla del espíritu monacal. Interesa, también
su sobria iglesia cisterciense.
El Monasterio de Iranzu
se alza entre los verdes valles que forman las montañas de Yerri, a escasos
kilómetros de Estella, a las afueras de la localidad de Abárzuza. Los primeros
documentos que se tienen del monasterio datan del siglo XI. En aquella época ya
existía una fuerte tradición monástica que fomentaban los monjes benedictinos.
Estos, tras su desaparición, dejaron
como testimonio de su paso por estas tierras navarras, una recoleta iglesia de planta cuadrada, que aún es
posible contemplar entre las ruinas del primitivo monasterio. La nueva abadía
nace a raíz de que el de obispo de Pamplona donase a su hermano Nicolás la vieja
iglesia de Iranzu. Este aprovechó las generosas donaciones de nobles y monarcas
para extender sus dominios y edificar los alrededores del templo siguiendo las
premisas de la orden del Císter. Cabe mencionar que los monjes cistercienses
eran considerados como los mejores agricultores de Europa, y vivían de los
beneficios que generaban sus explotaciones.
Desde entonces la propiedad ha ido cambiando de
titular. Hoy y desde 1945, son los Padres Teatinos quienes se encargan de su
custodia y abren las puertas de sus estancias para mostrar esta maravilla
arquitectónica. Tras pasar los muros del Monasterio, un
esbelto cruceiro ofrece el primer saludo al visitante. Todo el recinto,
estancias, decoración y orden responden estrictamente al modelo cisterciense.
Nada más entrar en la abadía se encuentra el claustro del monasterio, que es sin
duda uno de los rincones más preciados de todo el Monasterio. Muy austero y, en
parte, cargado de la ornamentación propia de la orden, creando espacios de luz
muy tenue y grandes vanos a la vez Su construcción data de siglo XII y XIV, las
sucesivas épocas en las que se fue levantando quedan representadas en los
distintos modelos arquitectónicos que se pueden diferenciar.
Desde el claustro descrito se va pasando por cada una de las dependencias que
dan cuerpo al conjunto, la cocina, de estilo medieval; el comedor, con su
llamativo ventanal; el refectorio, el lavatorio con su original fuente de planta
hexagonal; el calefactorio, el Scriptorium o sala de los monjes, el locutorio,
con sus veinticuatro celdas; y la espectacular Sala Capitular.
La Sala Capitular es otra de las estancias de gran atractivo
del recinto. De estilo esencial cisterciense y de planta rectangular está
cubierta con seis planos de bóveda con nervios sobre las ménsulas y dos columnas
centrales. Para finalizar, la iglesia de Santa María. El templo es de planta de
cruz latina, con una capilla central y dos capillas laterales. En conjunto es un
edificio gótico, a la vez sobrio y con algunas reminiscencias románicas. Por
todo, en el tramo navarro del Camino de Santiago, el Monasterio de Iranzu se ha
convertido en parada obligada de peregrinos y de inquietos paseantes de nuestra
geografía.
Joan
Nolla e Iñaki.
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