En el brazo del crucero de la Parroquia de San
Salvador de Irurita figura el retablo de Nuestra Señora del Rosario. La titular
del mismo constituye una de las mejores tallas de la escultura barroca
cortesana, ejecutada por el italiano Juan Domingo Olivieri. Este escultor,
nacido en Carrara en 1708, se hizo cargo de la dirección escultórica del Palacio
Real durante su estancia en España. Paralelamente a ello desempeñó un papel
fundamental en la fundación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
No obstante, la labor llevada a cabo en nuestro país no se limitó a tareas de
dirección, sino que también dejó una buena muestra de su quehacer como
escultor.
La Virgen del Rosario de Irurita aporta nuevas
facetas al arte del escultor carrarés, ya que amén de situarse fuera del radio
de acción de la corte, se inscribe dentro de la imaginería religiosa, y además
utiliza en su ejecución la madera polícroma, aspecto éste a destacar, puesto que
la mayor parte de su obra está esculpida en piedra o mármol.
Los donantes de la misma fueron los hermanos
Tomás y Pedro Francisco de Goyeneche, miembros de una familia baztanesa
originaria de Irurita, quienes desempeñaron en Madrid el cargo de tesoreros de
la fábrica del Nuevo Palacio Real. Tanto los mecenas como el artífice de la obra
vienen reseñados en la inscripción que figura en la peana: PH/ YCo THOMs y PEDRO
FRANco EN MADRID. ANO D. 1749/ A DEBOZ DE MARIA DE MARTIA (N) DE GOYENECHE ECIa
Pr OLIBIERI ESCr PINTO PEÑA. Sobre dicha peana en forma de capitel, compuesta
por un fuste de palmetas y una gloria de nubes en la que se inscriben cabecitas
de ángeles, se alza la talla de María en pie, de nobilísimo porte, cuya figura
de estilizado canon recuerda sobremanera a las Vírgenes de Parmigianino, dado el
alargamiento del cuerpo, el cuello y las manos. Su rostro redondeado, inspirado
en modelos clásicos, y enmarcado por una cabellera corta que se recoge sobre las
orejas, presenta frente despejada, mirada baja, boca pequeña y mejillas y mentón
de blando modelado, en tanto que en su cuerpo, envuelto en un manto a base de
pliegues volados que contribuye asimismo al adelgazamiento de la figura, es
perceptible un movimiento elegante impuesto por las formas abiertas de los
brazos. Sostiene con su mano izquierda al Niño, en inestable posición, desnudo y
envuelto en un paño blanco, de semblante sonriente entre abultados mechones de
cabello. La imagen conserva una policromía en tonos lisos de color rojo en la
túnica y azul en el manto. Por último cabe reseñar cómo esta representación
iconográfica pudo sugerir en cierta medida el tipo de la Virgen del Rosario de
Luis Salvador Carmona, aunque ésta se considera como una de las creaciones
personales más acertadas del escultor vallisoletano de Nava del Rey, tal y como
puede apreciarse en las imágenes conservadas en las cercanas localidades de
Arizcun y Azpilcueta.
(extracto del Catálogo Monumental de Navarra)
Patxi Izco Barbería (Párroco de Irurita
y Ziga) y Joan
Nolla.
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