Patrona
de la población.
Basílica
de Mendía
Extramuros de la población y en la cima de una colina se yergue la Basílica
de Nuestra Señora de Mendía que domina el casco viejo de la villa de Arróniz.
Esta ermita, que goza de gran devoción en la localidad, es una sólida fábrica de
cantería construida a lo largo del siglo XVII en estilo barroco en precio de
14.300 reales y fue reformada posteriormente en época neoclásica. Su planta, en
forma de rectángulo muy alargado, presenta nave única de cinco tramos desiguales
-los tres del centro más cortos-, sin crucero diferenciado, más una amplia
cabecera cuadrada. Las obras debieron iniciarse a mediados del siglo XVII, ya
que a partir de 1655 existen diversos pagos a Gregorio Eguilaz quien debió
construir los muros perimetrales articulando el espacio interno del templo.
Fechas más tarde, en el año 1680 el arquitecto Antonio Leturía termina el coro
alto localizado sobre el último tramo de los pies de la iglesia, que se prolonga
mediante dos tribunas laterales las cuales apoyan en ménsulas de madera tallada
Los tramos de la nave formados por arcos fajones rebajados -excepto el toral que
es un medio punto sobre pilastras estriadas- fueron cubiertos con bóvedas de
medio cañón con lunetos por Domingo Sánchez y Felipe Sánchez antes de 1698 en
que cobran diversas cantidades por tal efecto.
Sobre la capilla mayor voltea una media naranja neoclásica sobre pechinas
decoradas con pinturas de los Evangelistas, que culmina en una pequeña linterna
circular abierta por medios puntos. Esta última obra se debe a las reformas del
siglo XIX, época a la que corresponden también la cornisa de los muros
interiores del templo y las placas recortadas de la misma.
El exterior es un potente bloque de cantería donde se marca bien la
diferencia de fábrica entre el siglo XVII y XIX. La construcción barroca se
aprecia en los muros de la nave, parcialmente ocultos por diversas
edificaciones, que se articulan por pilastras cajeadas y culminan en un
entablamento corrido. En el tramo central del muro de la Epístola se localiza la
monumental portada de acceso al templo, cuyo primer cuerpo se pagaba al cantero
Francisco de Ibarra en el año 1702 y el resto en 1703. Forman esta portada un
orden exento de cuatro columnas gigantes con capitel compuesto y fuste acanalado
que descansan sobre alto plinto cúbico cajeado y soportan, a su vez, un
entablamento quebrado rematado en pirámides y bolas. El correspondiente lienzo
de muro aparece dividido por recuadros geométricos y en su zona central se abre
la puerta adintelada con un par de gruesos baquetones quebrados formando
orejetas en cuya clave hay una aparatosa cartela de follaje barroco centrada por
un florero de azucenas, símbolo mariano. Sobre ella se encuentra una ventana con
baquetones mixtilíneos entre óculos ciegos. Remata la portada un ático formado
por una hornacina entre aletones laterales y pilastras estriadas sobre plinto,
culminando en frontón curvo con bolas en los arranques. La hornacina central del
ático alberga una talla barroca de piedra de la Virgen con el Niño sobre una
peana de follaje vegetal que puede clasificarse en las primeras décadas del
siglo XVIII.
Enviado
por Iñaki.
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