Ermita de Nuestra Señora y dolmen situados en Belagua, en el valle del
Roncal. En muchas ocasiones, las ermitas cristianas aparecen en lugares que eran
sagrados en épocas anteriores, como es el caso. La festividad se celebra el 26
de julio, día de Santa Ana, aunque también sea el de Nuestra Señora. Era de este
lugar Pedro Karrika, conocido por haber obligado a los bearneses a pagar el
tributo de las tres vacas.
Lugar privilegiado
En las faldas del monte Lakartxela y
junto al barranco de Arrakogoiti se encuentra la ermita de la Virgen de Arrako,
un lugar precioso que guarda en sus paredes mucha historia. A pesar de
que hoy en día los izabarres únicamente acuden a dicho lugar el día de Santa
Ana, antiguamente se trataba de un punto estratégico. Y es que, antes de que se
construyera la carretera que comunica Isaba con Francia, el antiguo camino que
unía este pueblo con la localidad zuberotarra de Santa Engracia pasaba por este
mismo punto. Entonces, junto a la ermita se situaba una venta en la que
solían pernoctar tanto los pastores que venían de las Bardenas con los rebaños y
que se dirigían a los pastizales, como las alpargateras que iban a
Mauleón.
Siglos de
tradición
La procesión de la ermita de la Virgen de Arrako viene
de lejos. Según explicó el sacristán, Felipe Ipas, "la mayoría de ermitas de la
zona son del siglo XIII. Entonces fue cuando se supone que empezaron a
realizarse este tipo de actos religiosos", explicó. La zona en la que está
ubicada, justo en el centro del Valle de Belagoa, antes "cuando no había
carretera siempre estaba sembrada de trigo. Y claro, en aquellos años la gente
se tenía que quedar a dormir muchos meses en las bordas. Por eso, todos los
domingos se celebraba una misa en la ermita", afirmó. Las condiciones de la
época hacían que la agricultura y la ganadería fuesen la base sobre la que se
sustentaba la economía de las familias. De ahí viene la tradición de bendecir
los campos y pedir cada año la protección a la Virgen de Arrako. El trigo era el
principal producto que se cultivaba y de ahí salía el pan que se utilizaba para
elaborar las migas de pastor. Eso sí, "para conseguir un kilo de pan había que
cultivar y trabajar mucho", añadió el sacristán. Con el paso de los años lo que
en su día era una necesidad, se ha convertido en una fiesta que convierte a la
ermita de Arrako en el epicentro
festivo. Enviado
por Iñaki.
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